Centro Histórico y Museo Templo de la Divina Pastora
Una joya virreinal escondida entre los campos de la Zona Media potosina. Un templo con más de dos siglos de historia viva. Situado en la localidad de La Pastora, a unos 20 kilómetros al norte del municipio de Río Verde, se alza con humildad y grandeza el Templo de la Divina Pastora, una de las construcciones religiosas más emblemáticas y antiguas del estado de San Luis Potosí.
Fue fundado entre el 1 y 3 de marzo de 1757 por don Francisco de Mora y Luna, Conde de Santa María de Guadalupe del Peñasco. Su propósito inicial fue servir como misión franciscana para evangelizar y pacificar a la etnia pame, habitantes originarios de esta región.
Pero este templo es mucho más que una construcción de piedra. Es un símbolo de encuentro, resistencia, fe y fusión cultural. Desde sus cimientos, construidos con piedra negra, madera de sabino, cedro blanco y mezquite, hasta su altar principal que resguarda la figura de la Divina Pastora, cada rincón guarda siglos de historia, devoción y arte.
️ Un museo vivo de arte virreinal y tradición indígena
Entrar al Templo de la Divina Pastora es como cruzar un umbral hacia el siglo XVIII. Su interior está decorado con retablos barrocos originales, destacando un retablo principal churrigueresco bañado en pan de oro que aún conserva su esplendor original, algo muy raro en templos de esta zona.
Entre las obras más singulares, se encuentran dos esculturas conocidas como los “Cristos Indios”, talladas por artesanos de la etnia pame. Estas piezas no solo son valiosas por su antigüedad y maestría, sino por representar un diálogo profundo entre la fe católica y la cosmovisión indígena, fusionando simbolismos y estilos en una sola expresión artística.
El recinto también cuenta con un pequeño museo, donde se resguardan objetos litúrgicos, documentos antiguos, ornamentos religiosos y arte sacro que narran la evolución de esta misión franciscana y su impacto en la región.
Testigo de transformación comunitaria
El templo fue construido por manos indígenas, con el apoyo de frailes y colonizadores. Esta cooperación forzada dio lugar a una de las pocas construcciones que sobrevivieron a los saqueos, incendios y reformas del siglo XIX, manteniendo hasta hoy su retablo original. A lo largo del tiempo, ha sido corazón espiritual, educativo y cultural de la comunidad, acompañando generaciones completas en sus bautizos, misas, festividades, bodas y despedidas. Es más que un templo: es parte del alma colectiva de la región.
Una visita al pasado y a la calma
Visitar el Templo de la Divina Pastora no es solo un acto de turismo, sino una experiencia profunda y reflexiva. Es caminar entre muros que han escuchado oraciones de siglos. Es admirar el arte que ha sobrevivido al olvido. Es reconocer la fuerza de una comunidad que aún honra a sus raíces. Es un espacio ideal para quien busca:
- Conexión espiritual y silencio interior
- Fotografía histórica y arquitectura virreinal
- Admiración artística y valor patrimonial
- Momentos de introspección o contemplación
️ Restauración y rescate patrimonial
Gracias a la colaboración entre el INAH, el gobierno estatal y organizaciones culturales, el templo ha recibido apoyo para su conservación. Se han invertido más de $3 millones de pesos en la restauración de techos, fachadas, retablos y mejoras del espacio museístico, como parte del programa Joyas Virreinales del Potosí. Este esfuerzo busca preservar su valor arquitectónico y espiritual, y abrir sus puertas a nuevas generaciones que merecen conocer esta joya escondida.
Tradición viva: fiesta patronal del 31 de mayo
Uno de los momentos más significativos del año es la celebración del Día de la Divina Pastora, cada 31 de mayo. La comunidad entera se viste de fiesta:
- Se realizan peregrinaciones con música y danzas tradicionales
- Se colocan huertos y esculturas de cera como ofrendas
- Hay venta de artesanías, comida regional y eventos religiosos
- 🎭 La plaza se llena de vida, color y fe
Es una oportunidad maravillosa para ver el templo en su máximo esplendor, con miles de personas reunidas en devoción, alegría y orgullo por su herencia
¿Por qué vale la pena visitarlo?
Porque aquí se conserva una memoria colectiva, un cruce entre historia, arte, cultura y espiritualidad. Porque es uno de los pocos templos en México que conserva retablos originales de casi tres siglos. Porque cada piedra, cada escultura, cada árbol del atrio… cuenta una historia. Y porque a veces, para avanzar, hay que mirar hacia atrás y honrar el origen. En un mundo que va demasiado rápido, que olvida fácilmente y se llena de ruido…
Lugares como el Templo de la Divina Pastora nos recuerdan la importancia de detenernos. De respirar profundo. De escuchar las historias antiguas. De tocar con el alma aquello que permanece. Si alguna vez necesitas reconectarte con lo esencial, con lo verdadero… Ven a este lugar sagrado. Te espera con puertas abiertas y siglos de sabiduría en su interior.